Es la enésima vez que voy a la cancillería y pienso en lo mismo. Observando el movimiento de autos, las suntuosos almuerzos regados por los mejores vinos y la infinidad de empleados muy bien trajeados que no se sabe lo que hacen, pregunto ¿cuánto sale esta joda?. En el mundo de la diplomacia, diría mi viejo, pobre no hay ninguno, pero a parte de eso,lo que se nota es el zafarrancho. No creo que la única denuncia que haya para hacer en esas lides sea la de las franquicias de autos diplomáticos. En el Palacio San Martín y la cancillería todo lo que se ve parece ser gasto. Digo ¿alguien controla esa festichola difrazada de acuerdos y convenios multi o bi-laterales?
lunes, 18 de febrero de 2008
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