lunes, 26 de mayo de 2008

Doña Cristina y sus dos actos


La verdad que la discusión que plantean algunos sobre si hubo más gente en un acto o en otro es circunstancial, acá lo importante es la simbología que ha sembrado cada uno de los actos. ¡Nooo! olvidense, que no la voy a ir de sociólogo rosendofragista.

Cuando comenzó el acto de la presidenta, porque era el acto de Cristina y no del 25 de mayo, las primeras imágenes de la cadena nacional tiraba ya una serie de "sentidos" para hacer lecturas de la realidad que se veía. En Salta estaban todos en imágenes, desde la Jefa de Estado, Moyano, el "negociador" Alberto Fernández, y otras figuritas poco fálicas que hacían notar la ausencia del macho mayor, claro!, del Néstor. Era como la selección en el último partido en EE.UU sin Maradona. Faltaba el poder real, todos los funcionarios y Cristina transmitieron desde el vamos y sin querer, una débil imagen de orfandad, faltaba papá, el que todo lo puede, el guapo, el que gobernó cuatro años a paso firme.

Desde el comando de la transmisión oficial alguien dio la orden, a falta de pan buenas son las tortas, muestren al fálico de La Matanza, ¡increíble!, por la cadena nacional, en vivo y en directo para todo el país, la cámara buscó sin dudar el rostro desafiante de Luís D'elía que estaba entre "el Público", y de a poco se fue alejando lenta y serena, teniéndolo en escena, por los menos 20 segundos. Creo que tal circunstancia jamás se vio en la historia de los discursos presidenciales, ¿mostrar a un operador del gobierno para enviar un mensaje? ¿quién se hubiera animado?. Pero claro, D'elía jugó el papel de representante del jefe tribal, Néstor estaba ahí suspendido en el aire salteño y controlándolo todo. Omnipresente que le dicen.

Yendo a Rosario, bueh!, ¿que se puede decir? algo de lo que dijo Néstor es cierto, aunque salvando las distancias, las principales "figuras" que apoyaron al campo dieron sin querer, el perfil de una Unión Democrática a la Peter Capusotto, con figuras de la talla de Blumber, Rodriguez Saá, Castells, De Narváez, Carrió, y desde el acompañamiento espiritual, Fernándo Peña y el Chaqueño Palavecino. Con este panorama: ¡hermanos y hermanas, que sea lo que Dios quiera!.

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