Hace poco tuve la desgracia de perder a mi viejo. Una de esas enfermedades malditas que no dan tiempo a nada; un cáncer de pulmón . Como no tenía obra social y por que era pobre cayó en un hospital público, el Paroissien de La Matanza. Los hijos lo cuídamos como pudimos pero lamentablemente no pudimos estar cuando murió, es más, nadie estuvo con el cuando le tocó rajarse. Me quedé con una sensación de espanto sobre ese lugar. Los médicos, según ellos, hicieron lo que pudieron, pero leyendo esto que dijo el sanitarista Ramón Carrillo, me di cuenta que no:
Él decía, miren quién está al lado de un moribundo, generalmente no hay nadie, sólo las moscas dando vueltas porque éste ya no puede defenderse, no está la enfermera porque seguro le tiene miedo a la muerte, ¿el médico, ni hablemos?, no está nadie, se muere solo, ese hospital no sirve.En cuanto Uds. ven que alguien está al lado de un moribundo, aunque el hospital sea un quilombo, allí hay humanidad, y si está la enfermera y le toma la mano al paciente, seguro que ese hospital es brillante. Desde el punto de vista de la salud, en el instante en que un hombre o mujer debe enfrentarse con Dios, siempre debe haber un afecto, siempre, no lo olviden, ése era el Negro Carrillo.
Le agradezco al blog de El lobo estepario.
1 comentario:
Estimado Notero:
No tiene nada que agradecer, es un orgullo para mí que haya levantado esas palabras de mi blog. Las dijo el Dr. Floreal Ferrara, que fue amigo y colaborador del Dr. Carrillo.
Un recuerdo para su viejo, y un gran abrazo.
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