Todo tiene un límite y el tema monedas lo ha superado hace rato. Como todo ciudadano de a pie tuve que sufrir la "odisea numismática", estuve alrededor de una hora intentando conseguir unos miserables centavos para viajar, y realmente la impotencia me dió ganas, en vez de subir a un bondy, de tirarme abajo. Es verdaderamente indigno tener que recorrer kioscos, bares y fondas, que encima pretenden que uno les facilite el cambio, para movilizarse. Encima, como buen país tercermundista, resulta que hay un mercado negro de ese mísero recurso. Los estados pobres tienen los delitos que se merecen, este dato índica que estamos en el horno desde el vamos señores funcionarios, de qué cambio nos hablan. Debemos exigir al gobierno que obligue a las empresas de colectivos, que son las que se apropian del metal, a entregar el cambio en las unidades y punto. Basta de esta absurda situación que entorpece la vida de todos los que usamos ese servicio público, y que además somos la mayoría. Nosotros no andamos en autos importados y menos con custodia oficial. Aquellas máquinas que estaban en los bancos para cambiar billetes por monedas desaparecieron y en esas entidades ya no quieren cambiarle a uno ni diez pesos. Pregunto, en qué país del mundo se ha visto semejante torpeza. La verdad es que somos muy pacientes, esta situación no da para más. Iniciemos una campaña para terminar con esto. Llamémos todos a la Secretaría de transporte del amigo Ricardo Jaime y demos por finalizado este reino del revés. Aquí están los teléfonos
sábado, 12 de enero de 2008
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