-¿Cuál es el papel de los periodistas?
-El periodista es jurisprudente, está a favor de la ley, está a favor de la Justicia y está a favor de los poderosos. Y no objetiviza las críticas que hacen de los delincuentes, en la adopción de la moral sexual, está siempre de lado de los psiquiatras, al lado de la moral pública. Hay un periodista rebelde, que trata de ir contra eso. El ejemplo que siempre doy es, si vas al leprosario, tenés que hablar sólo con los leprosos, porque los que saben de lepra, de saber, de estar poseídos por ella, son los leprosos. Si hablás con el experto, con el médico, el periodista hace un mejunje de todo eso y el leproso queda como si el que habla de él, sabe más que él. Lo mismo pasa con todo, el que habla de drogas, de un drogadicto. ¿Qué sabe un psiquiatra sobre las drogas si no las tomó?
-¿A qué se debe esto?
-Todo esto viene de la Universidad, que es la tumba del saber y la cuna del poder. El periodismo, como decía García Márquez, era el último oficio de la calle, era un oficio callejero, se aprendía en los bares. La universidad nos lo robó para convertirlo en un lugar hipócrita, un lugar donde los periodistas son todos iguales. Yo lo veo en las escuelas de periodismo, que vienen a estudiar conmigo después, porque no han hecho ninguna experiencia. Además, después les enseñan en los medios, lo que se llama “wreiting baiting”, que es un escribir idiota. Reescriben hasta que aprendés a escribir como el diario.
-¿Esto tiene que ver con la falta de un código de ética en el periodismo?
-Sí, es una desesperación existencial, no nos pasaba a los periodistas viejos, o sí, nos pasaba, te corrompías o no te corrompías. Hubo un par de casos donde me corrompí, pero son distintos. Me acuerdo cuando me llamó Clarín, yo era un periodista “under”, trabajaba en “Pan Caliente” y viene a buscarme el jefe general del diario. Ahí tuve un debate con mi conciencia y con mis compañeros, que lo veían como una traición. Pero era tentador empezar a firmar notas en Clarín. Después de la guerra de las Malvinas había una apertura y querían un periodista que hablara del rock. Pero cuando me censuraron una nota renuncié, estuve 6 meses. Las veces que me traicioné fueron ya intentos desesperados.
-¿Cuáles?
-En Chile me traicioné. Cada país tiene un diario de mierda, acá es Clarín, allá es el Mercurio. Cuando asumió Pinochet hizo un acuerdo con el Mercurio y destruyó a todos los demás diarios que había, hicieron un pacto. Eso es imperdonable. Y bueno, yo no trabajaba en un diario subsidiario de ellos, porque sacan varios diarios. Me pagaban muy bien, sacaba mucho dinero, y yo me justificaba diciendo que las entrevistas eran honestas, pero no tenía que haber trabajado para el Mercurio. Lo que pasa es que cuando te vas fuera del país te inmoralizás, te importa menos, y más en un pueblo como ese, el chileno, igual no es una justificación eso.
-¿Y qué hace que un periodista se traicione?
-El dinero, la ambición. Los pibes que trabajan en Clarín no tienen justificación, al principio entraron para cambiar, que es una estupidez, ahora entran porque le gusta trabajar ahí, algunos tienen más libertad que otros, pero nunca vas a poder dar una opinión en contra de la actividad general del diario. -¿Existe la objetividad periodística?-La palabra realidad quiere decir la orden del rey, y en realidad ser objetivo es decir el mundo es redondo. El periodista objetivo miente, nunca se puede ser objetivo. ¿Qué significa ser objetivo? Está Videla y está el pueblo, ¿qué es ser objetivo ahí? Ser objetivo es estar contra Videla, pero no es así como se trabaja. Creo que hay que ser bastante subjetivo, que hay que seguir la corriente de la pasión del corazón, acá el corazón ha quedado afuera. El periodista tiene que quedarse con sus instintos.
-¿Quién aplica la censura?
-Hay una censura del Estado, que a mí me persiguió mucho en una época con la moral pública. Pero hay más censura de las corporaciones. Está pasando también en editoriales, en novelas. Te censuran sobre todo, vuelvo a decir, en el lenguaje, y eso es un diario desalmado. Porque nadie escribe como escribirías vos, sino que escriben todos iguales. Después la censura la pone el propio periodista. Por ejemplo en Chile terminó la dictadura y los periodistas seguían diciendo los senadores vitalicios, en vez de decir el ex dictador, y eso ya se podía decir. Les queda impregnados el lenguaje de la censura.
-¿Cuáles son las diferencias del periodismo a través de las décadas?
-Para empezar, en el 70´ había mucho periodismo alternativo. Había millones de revistas en los kioscos. Por otro lado, había grandes periodistas en todas las secciones de los diarios. Estuvo uno de los mejores periodistas del mundo, que era Rodolfo Walsh, que supera a Capotte, las investigaciones que el hizo son dignas de un premio Nobel. Pero hubo la masacre de una generación, se cortó lo que se llama la influencia, por eso me tomo el trabajo de estar siempre con los jóvenes. También se impuso una forma generalizada en todo el mundo de robotizar, de ser todos iguales. Y una cosa notable es la falta de talento en el periodismo gráfico, sobre todo se nota que no hay grandes plumas todavía. Pero también pasa en la literatura, después de la gran generación de Arlt, Córtazar, Borges y Sábato, no apareció una nueva generación, apareció una generación de intelectuales, pero no es lo mismo. Y las revistas que están saliendo son muy blandas, sin originalidad, sin nuevos puntos de vista, ni investigaciones, ni esas crónicas que a uno le despiertan pasión. Por eso yo no sé si no es responsabilidad de los diarios y de la burocratización de la universidad.
-¿Qué tiene que aprender un periodista?
-Lo más importante es hacer una entrevista. Es muy importante aprender la sicología de una entrevista, es como el amor y el odio. Si lo amas y el tipo se siente amado, y va a hablar. Si lo tenés que entrevistar a Videla, tenés que conmoverlo. Hasta que encontrás los resortes de tu propia entrevista. Yo funciono con la timidez, mi timidez es seductora cuando hago una entrevista. Cada uno debe aprovechar sus propios recursos, la mujer tiene que aprovechar su condición femenina, eso de ser gustada. Salir también a hacer lo que se llama una investigación, pero no de archivo: “Andá a la villa de la Plata, la favela, averiguá qué está pasando, que mataron a todos los “dealers”( distribuidores de drogas). Te metés y hablás con todos los tipos del barrio, y de repente se te empieza a armar la nota por sí sola. La primera vez que lo hice me relajé y dije no tengo que hacer nada, esto habla por si mismo. Y practicar las boludeces como ir hacer una crítica de cine, eso es lo que hay que saber hacer. La universidad ha cagado mucho el asunto.
-¿En qué sentido?
-Tienen que hacer un programa largísimo, tienen que tomar examen. ¿Por qué tenés que estudiar cuatro años en una universidad si es lo único que hay que saber hacer? En la universidad inclusive no los sacan a la calle, no los arrean. Si sos periodista nato te sale. Hay dos maneras de hacer periodismo, uno es instintivo y otro es ser buen profesional como Lanata, es ser muy aplicado, aprender a tener fuentes, y hacerte un prestigio que después te camina solo. Ahora en la universidad te enseñan que historia del arte, pero en realidad el periodista es un tipo que sabe mucho de todo, lee mucho, está muy informado, él por si mismo, no necesita una universidad para estudiar la historia del arte o lo que fuera.
-¿A qué se debe la imposibilidad actual de imponer temas en la agenda pública?
-Los temas son siempre los mismos, no hay muchos temas, lo que se cambia es el punto de vista. Hay un momento en que decís, ya entrevistamos a todos y ahora a quién entrevistamos, empezamos de nuevo ¿no? Si van 17 periodistas a la villa tal, cada uno va a sacar una nota distinta. Me gusta mucho lo que se llaman los territorios. Me interné una semana en una cárcel, después estuve dos semanas conviviendo con los indios matacos. Porque si vos vas un día un rato ¿qué sacás? estás apurado, tenés que hacer la nota. La experiencia que viví con los matacos fue terrible, porque aparte fue incómodo, atroz, peligroso, me daba miedo todo. Pero llega un momento que sos casi como ellos, que estás sintiendo todo como ellos, y ahí está la nota, cuando vos te emocionas. A mí me cuesta más hacer una nota de personas o mundos que odio.
3 comentarios:
Siempre interesante la visión de Enrique, y por sobre todo un tipo que muchos subestiman y sin embargo ninguno le llegan al talón. Sabrina Waiss
Symns es polémico pero inevitablemente tiene razón en muchos áspectos. te saluda y siempre se da una vuelta Ausgusto Porta
mmm.
hay un viejo adagio que reza:
"Nunca muerdas la mano que te da de comer"
En Chile al señor Syms le dieron de comer, y bastante...
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