El jóven entusiasta supo estar encaramado al poder desde que dejó la lancha y perdió el brazo, pero no las mañas. Estuvo con todas las "luminarias" de la política argentina, de Menem, pasando por Rodríguez Saá y Duhalde, hasta Néstor y la caprichosa Cristina. Obviamente, los muchachos del Frente para la Victoria no iban a escatimar en violaciones a la Constitución de la Provincia para permitir que el hombre pragmático, que sólo trae soluciones, ingrese con su mano en alto a Buenos Aires. De los años '50 para acá, la República no deja de ir en contra de sus Instituciones, retrocediendo más y más en el plano ético, moral, social y político. Los medios y sus periodístas comprados asúmen con naturalidad estos avasallamientos y hacen la vista gorda en unas elecciones en las que hasta la barba a Cristo le han afeitao.
Por el otro lado viene Luisito, con su picana justiciera, quien arriba una vez más a otra candidatura escandalosa. Por qué mejor, directamente no nombramos una Monarquía "constitucional" y miramos tranquilos la tele junto a otros cómplices. Cómo diría el desvanecido Charly García ¿no será que nuestra gente está muerta?.
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