Tal vez les pueda parecer que hoy estamos muy quejosos, pero suponemos que lo que se expresa en esta nota les viene ocurriendo desde hace rato. Basta viejo! ¿quién tiene las monedas?. Y queremos las que lee la máquina, no las nuevas ni las truchas. Sí, ya sabemos, es mucha vuelta, pero así funciona nuestra Nación, sin monedas no vas a ningún lado, y si esas monedas no son leídas por esas caprichosas máquinas que parecen, por su tamaño, sacadas de una película de Flash Gordon, deberas caminar y putear mientras comprás una coquita, de esas que ahora salen dos mangos. Al menos con un billete de cinco viene una de un peso. Parecemos mendigos entre los kioskeros que parecen confabulados como los ciegos de Sabato. ¿Así vamos a ser una gran País?. ¿Parte del superavit no nos lo pueden cambiar por monedas?, decimos, no sé. Tal vez el paraiso y el infierno argentino sean tan complicados que sin monedas no se pueda ingresar. Si es así, esperamos que hagan como en los subtes cuando las monedas escasean y liberan los molinetes, sino nuestros espectros deambularan eternamente en esa vulgar búsqueda digna de numismáticos tercermundistas.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
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