Que bueno seria que siga siempre 6,7,8 y apareciera además un contra 6,7,8 que dejara expuestas las dos caras de la moneda. Este ciclo que debemos al kirchnerismo ha hecho que viejos socios y amigos tomaran rumbos diferentes y en esa pelea de intereses, de egos, de mezquindades, empezaran a enfrentarse dejando expuesta la verdad de la milanesa en el "periodismo" argentino. Jorge Lanata tiene como gran logro en su carrera la creación de Página 12. Su llegada a la radio dejó demostrado que además el tipo tenía parlamento y bastante carisma. Esto fue el germen de una vida dedicada a fijar posiciones en base a los negocios. En Página el hombre tuvo financiamiento para su proyecto de Sokolowicz y Gorriarán Merlo, el líder del Movimiento Todos por la Patria. El mismo contó como cuando se negociaba la venta del diario a Clarín o a Magnetto, Lanata ofreció trabajar para el gran diario y no seguir en un satélite del matutino (lean acá). Luego ya en televisión Jorge se dedicó a las clásicas operaciones con informes que prometían graves denuncias contra empresas o empresarios y luego nunca salían al aire extrañamente (acá tienen un caso que lo empezó a vincular a Pierri). Esta mecánica duró mucho tiempo mientras estuvo en el canal de Vila y Manzano. Un día la dupla lo echó y ahí empezó una historia que todos conocemos bien. Lanata inventó con el ex juez Cavallo un diario que dejaría a cientos de trabajadores en la calle y más tarde su antikirchnerismo acérrimo y la pelea sangrienta contra muchos sus ex compañeros. Uno de estos casos es el de Eduaro Aliverti, para quien trabajó y a quien conoció con todos sus manejos oscuros, los mismos que sigue haciendo en la radio del SUTERH, donde cobra una muy interesante cifra para ser cómplice del burócrata sindical Víctor Santa María, quien mantiene a muchos Trabajadores de Prensa laburando en negro. Desde este blog hemos contado muchas de la miserias de este señor (acá tienen un posteo con vínculos hacia toda esa mierda). Ahora en medio de la pelea mediática entre estos dos personajes decadentes salen a la luz más cagadas de Aliverti. Un hipócrita que con su voz gutural se vende como "la reserva moral" del periodismo en la Argentina". Muy caliente por esto, Lanata contó varias cositas en el diario Libre de Fontevecchia:
Eduardo no se llama así. Se llama, en verdad, Eduardo García. Luego se agregó el apellido materno: Eduardo García Aliverti. De eso me enteré hace ya años, cuando rastreábamos la lista de los que habían sido favorecidos con créditos irregulares del Banco Hipotecario en la época radical. Así figuraba: García Aliverti. Trabajé con Eduardo hace muchos, muchos años, contratado por su productora en la mítica Radio Belgrano, en un programa llamado Sin Anestesia. Allí me ocupaba de las notas de investigación. Eduardo nos pagaba una miseria, y en negro; él, por su parte, ganaba una suma sideral: de 10.000 a 500 pesos de ahora, para dar un ejemplo.
En aquellos años Eduardo estuvo brevemente “de moda” y se la pasaba dando –y cobrando– charlas en diversos sitios. Allí supe, por primera vez, que también iba a una cena más o menos numerosa si le pagaban para hacerlo. Siempre fantaseaba con el momento crucial: ¿en qué momento le darían el sobre con la plata? ¿En el postre, o al llegar? Nunca lo supe. Eduardo estaba en aquel tiempo cerca del PC; creo que aún lo sigue estando: el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y el Credicoop, las empresas de fachada del partido, auspiciaban puntualmente todos sus programas, y él obedecía difundiendo sus gacetillas y candidatos. Lo llevé a Página/12 apenas sacamos el diario, ofreciéndole lo que aún sigue haciendo: una columna semanal en la que incluso hoy, 24 años después, sigue perdiendo la batalla contra la sintaxis. Cuando unos meses más tarde comenzamos a publicar Rosario/12, yo estaba de viaje y le pedí que fuera en mi nombre al lanzamiento:
–Este diario que fundamos con Lanata y Tiffenberg, entre otros...– comenzó Eduardo, que nunca había trabajado en la redacción y enviaba las columnas.
En aquel tiempo, Eduardo –que ahora se espanta porque asisto a TN o Canal 13– co-conducía un programa de debate con Carlos Varela, un periodista pinochetista de triste renombre. No sé desde cuándo conocía a Varela, pero sus vínculos con la derecha militar eran ambiguos y se perdían en la noche de los tiempos. Eduardo publicó junto a Néstor J. Montenegro en 1982, con Editorial Nemont, un reportaje a Galtieri titulado Los nombres de la derrota. Puede conseguirse en Mercado Libre a un precio módico. La presencia de Galtieri en el libro es anónima; se lo identifica como “una alta fuente militar”, y en las 112 páginas se justifica su conducción de la guerra. El libro se publicó poco después de la derrota, y era el descargo del general alcohólico ante un locutor y un periodista.
Ahora Eduardo dicta clases de moral desde la radio de José Luis Manzano y Daniel Vila. Antes trabajó en Rivadavia, la emisora del testaferro de Coti Nosiglia.
Es lo que se dice un tipo versátil. Tiene una gran voz y nada, absolutamente nada para decir.
Eduardo no se llama así. Se llama, en verdad, Eduardo García. Luego se agregó el apellido materno: Eduardo García Aliverti. De eso me enteré hace ya años, cuando rastreábamos la lista de los que habían sido favorecidos con créditos irregulares del Banco Hipotecario en la época radical. Así figuraba: García Aliverti. Trabajé con Eduardo hace muchos, muchos años, contratado por su productora en la mítica Radio Belgrano, en un programa llamado Sin Anestesia. Allí me ocupaba de las notas de investigación. Eduardo nos pagaba una miseria, y en negro; él, por su parte, ganaba una suma sideral: de 10.000 a 500 pesos de ahora, para dar un ejemplo.
En aquellos años Eduardo estuvo brevemente “de moda” y se la pasaba dando –y cobrando– charlas en diversos sitios. Allí supe, por primera vez, que también iba a una cena más o menos numerosa si le pagaban para hacerlo. Siempre fantaseaba con el momento crucial: ¿en qué momento le darían el sobre con la plata? ¿En el postre, o al llegar? Nunca lo supe. Eduardo estaba en aquel tiempo cerca del PC; creo que aún lo sigue estando: el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y el Credicoop, las empresas de fachada del partido, auspiciaban puntualmente todos sus programas, y él obedecía difundiendo sus gacetillas y candidatos. Lo llevé a Página/12 apenas sacamos el diario, ofreciéndole lo que aún sigue haciendo: una columna semanal en la que incluso hoy, 24 años después, sigue perdiendo la batalla contra la sintaxis. Cuando unos meses más tarde comenzamos a publicar Rosario/12, yo estaba de viaje y le pedí que fuera en mi nombre al lanzamiento:
–Este diario que fundamos con Lanata y Tiffenberg, entre otros...– comenzó Eduardo, que nunca había trabajado en la redacción y enviaba las columnas.
En aquel tiempo, Eduardo –que ahora se espanta porque asisto a TN o Canal 13– co-conducía un programa de debate con Carlos Varela, un periodista pinochetista de triste renombre. No sé desde cuándo conocía a Varela, pero sus vínculos con la derecha militar eran ambiguos y se perdían en la noche de los tiempos. Eduardo publicó junto a Néstor J. Montenegro en 1982, con Editorial Nemont, un reportaje a Galtieri titulado Los nombres de la derrota. Puede conseguirse en Mercado Libre a un precio módico. La presencia de Galtieri en el libro es anónima; se lo identifica como “una alta fuente militar”, y en las 112 páginas se justifica su conducción de la guerra. El libro se publicó poco después de la derrota, y era el descargo del general alcohólico ante un locutor y un periodista.
Ahora Eduardo dicta clases de moral desde la radio de José Luis Manzano y Daniel Vila. Antes trabajó en Rivadavia, la emisora del testaferro de Coti Nosiglia.
Es lo que se dice un tipo versátil. Tiene una gran voz y nada, absolutamente nada para decir.
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