Hay cosas por las que los argentinos nos caracterizamos, en este caso me quiero referir al tema de la pronunciación de nombres de orígen extranjero que realmente no conocemos pero que simulamos tener muy claros. En realidad sólo tenemos una noción básica, o simplemente ocurrió que los escuchamos por ahí y estimamos que se deben decir así, y punto.
Tal es el caso del actor Sean Penn. Basta que uno lo nombre para que alguno proceda a corregir inmediatamente. Lo "teóricos" del sajón antiguo cuando escuchan que uno intenta adaptarse a lo que captó de oído en alguna reunión de cinéfilos y esboza un tímido "Yan Pen" saltan y lo exponen a uno increpando con un claro, Shan Penn!!, que sonaría algo así como San Pen. Bueh! ok, pero por qué Sean Connery es Sin Conery y listo ¿por qué es inglés?, Bah! está bien. Otro caso, pero de vieja data, fue la del arquero Ubaldo Matildo Fillol. Hasta que a algún boludo se le ocurrió decir el Pato Fiyol, era el pato Filliol y se terminó. De allí en más las aguas se dividieron entre los que pronunciaban la LL y la Y griega.
Otra terrible fue la del Papa Juan Pablo ll. Resulta que el día que el viejo obispo capitalista palmó, me tocó cubrir el "evento" para un canal capitalino desde la Catedral de Bs As. Bueh!, algo había que hacer. Hasta los días previos a su muerte, para cualquier cristiano era Karol Voitila (se escribía Wojtyla). Una tarde de tragos, el periodísta Manuel Castro dijo por una radio, con su voz señorial, que Karol Uojtila estaba muy grave, a partir de esa tarde turbia, Voitila pasó a ser Uoitila, así y sin más. El día de esa cobertura en la Catedral tuve la duda existencial sobre si pronunciarlo de una u otra manera. Pensé y pensé.... Finalmente ganó el pensamiento democrático, de cien veces que lo nombré, unas cincuenta fue Voitila y en las otras, Uoitila, y a la mierda, que tanto!!!.
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