Sepan disculpar la partida inesperada de este notero para el fin de semana de Pascuas. Es que se presentó, de manera sorpresiva, la oportunidad de partir hacia la ciudad entrerriana de Colón y obviamente no ibamos a dejar pasar la ocasión. Lugar bello, si los hay, y que no tenía el gusto de conocer. Me sorpendió, entre otras cosas, por las aguas transparentes del hermoso Río Uruguay.
En toda la ciudad se nota la campaña que persiste contra Botnia, con pintadas y entrega de panfletos a los turístas en la calle peatonal del centro. En medio de semejante paisaje no tuvimos mucho interés en lo que ocurría a nivel nacional pero fue inevitable enterarse sobre los avatares del conflicto con el campo, y más aún al pegar la vuelta por la ruta 14, epicentro del conflicto.
Alrededor de las 10 de la mañana, a 44 kilómetros de Ceibas, los ruralistas burlaron la contraofensiva de los camioneros de Moyano que aguardaban parapetados en el centro del pueblo, cambiando el punto de piquete estipulado. La ruta se transformó en un caos de calor y mal humor. A las dos horas la mayoría de los conductores que volvían a Buenos Aires empezaron a marchar enojados hacia donde estaban los chacareros, al grito de "vamos allá adelante, en los autos no arreglamos nada". Al encontrarse los dos grupos comenzaron la discusiones y los ataques mutuos. La gente que bajaba de los autos empezó a increpar a los productores para que los dejen pasar porque estaban con criaturas y el calor era insoportable. Algunos les proponían que tomaran sus cuatro por cuatro y se fueran a cortar a Olivos o la Casa de Gobierno. Los chacareros comenzaron a ponerse furiosos, y alguno que otro, en medio de crisis nerviosas gritaba: "ustedes son unos atorrantes que viven de nosotros y ahora vuelven de vacacionar pretendiendo que dejemos de reclamar". Hubo forcejeos, empujones, trompadas, corridas y algunos tomaban palos y hasta sus facónes. Ese felinesco marco fue el que cubrió toda la jornada en ese punto y en otras rutas. La gendarmería actuó en ciertas ocasiones, pero todo siguió en veremos. Increíble que en pleno siglo XXI sigamos con las disyuntivas entre el campo y la ciudad.
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