Partí de Buenos Aires con una interesante recuperación del faltante de lácteos en las heladeras de los supermercados que se venía registrando en los últimos meses, cosa que me alegró bastante. Retorno quince días después viendo que falta aceite, nafta y la leche otra vez, por nombrar sólo algunas cosas, ¿pero que es esto?. Lo primero que escuché en la radio entrando en la ciudad fue la voz pastosa de Tenembaum diciendo que no utilizaba la palabra desabastecimiento porque suena muy terrorista, no sé bien qué, pero algo pasa. No creo que en este caso se trate de un boicot o algo parecido, sin ser economísta, ni mucho menos, supongo, usando el sentido común, que este panorama es el sintoma de una inflación galopante. Los ticket con los que a muchos nos pagan en negro desde el menemato, resultan papeles cada vez más insignificantes y llenar la heladera se ha transformado en una quimera. Parece que ni el superavit fiscal, ni el crecimiento a tasas chinas, ni las grandes reservas bancan más este tres a uno parecido a la convertibilidad pero bancado, ya no por las joyas de la abuela (empresas privatizadas) sino por la soja, con el agregado de un dólar que cae en picada ante el Euro y el oro, más una crisis energética a nivel mundial. Paremos con la sanata K que predica el paraíso y pongamos los pies sobre la tierra. Creo que llegó la hora de parar la pelota, y más que nada, a sabiendas de que esta historieta ya la conocemos y sabemos que siempre terminó muy mal.
miércoles, 12 de marzo de 2008
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