Esta nota la extrajimos del portal de los colegas del Colectivo de Prensa y un fiel reflejo de la lamentable situación en la que la tristemente célebre dirigencia, por llamarla de alguna manera, de la burócrata lista Celeste y Blanca ha dejado y mantiene a nuestro sindicato desde hace más de treinta años. El texto es del compañero Carlos Rodríguez, delegado gremial y paritario de Página 12. No se la pierdan!, acá va:
--¿Esa es Fagale?
--Sí, esa es Lidia Fagale.
El diálogo se produjo, a fines de 2012, en una concentración frente al diario Perfil, convocada por su Comisión Interna ante una amenaza de despidos. El que preguntaba era un periodista que tiene más de diez años en el gremio y que nunca había visto personalmente a Fagale en ninguna movilización. El que le hizo piedra libre a la secretaria general de la UTPBA, escondida detrás de los bafles ubicados sobre la vereda de la calle Chacabuco, fue un trabajador de prensa afiliado desde los años setenta.
En septiembre de 1986, cuando se unificaron el Sindicato de Prensa y la Asociación de Periodistas de Buenos Aires, dando nacimiento a la UTPBA, la esperanza generalizada era tener un gremio fuerte para luchar por salarios, condiciones de trabajo, por la libertad de expresión y contra los despidos.
Juan Carlos Camaño
En ese mismo mes de septiembre de 1986 se produjo el cierre del primer Tiempo Argentino, fundado y dirigido desde 1982 por Raúl Horacio Burzaco. El entonces secretario general de la UTPBA, Juan Carlos Camaño, el día en que anunciaron el cierre, llegó a la redacción de Tiempo, en Barracas, junto con un centenar de militantes que en ese momento apoyaban e impulsaban a la nueva conducción sindical.
En un breve discurso y respondiendo al sentimiento general de los trabajadores de Tiempo y de todos los medios metropolitanos que se habían movilizado hasta allí para defender la fuente de trabajo, Camaño decretó el “paro general”, entre aplausos y vivas.
Después llegaron, desde los años ochenta hasta el presente, los cierres de los diarios La Voz, Sur, La Razón, el primer diario Perfil y Crítica de la Argentina, entre otros. También se produjeron despidos masivos en Página/12 y en el diario Clarín, donde la lista incluyó a todos los miembros de la comisión gremial interna. En esos momentos difíciles para el gremio, fue casi imposible encontrar a Camaño y otros dirigentes de la UTPBA dispuestos a enarbolar las banderas de la lucha.
Los trabajadores, de los diarios y medios en desgracia, siguieron peleando, acompañados por trabajadores de prensa y comisiones internas solidarias, pero año a año, en forma inexorable, esos primeros, luminosos aplausos para la conducción de la UTPBA, se fueron diluyendo hasta convertirse en repudio, denuncias, rechazo y desafiliación masiva. La militancia joven que acompañó a Camaño en los primeros tiempos, se desilusionó de la conducción y se fue yendo, mientras la conducción se fue cerrando en su torre de cristal, lejos de la actividad gremial más elemental.
Daniel das Neves
Se terminaron los plenarios de delegados y las asambleas generales, convocadas en los comienzos con bombos y platillos, pasaron a ser ceremonias secretas sólo para iniciados. Para poder hablar dos palabras con Daniel das Neves, uno de los sucesores de Camaño, los delegados autoconvocados de distintos medios tuvieron que abordarlo en un bar, como si fueran movileros buscando una primicia que nunca tuvieron porque el entonces titular del gremio les cortó el rostro.
Sólo excusas, dilaciones y la presencia de algunos dirigentes de la UTPBA menos encumbrados, especies de llaneros solitarios que respondían con monosílabos, y ante cualquier propuesta de índole gremial respondían “voy a consultar”. Siempre que consultaban, la respuesta era un “no”, bajo una excusa repetida: “El gremio no da”, cuando en realidad, la que “no daba” era la conducción. Durante décadas, la lucha gremial se tuvo que hacer en cada lugar de trabajo, sin el aporte de la conducción. Y eso se pudo hacer en los lugares donde se habían podido formar comisiones internas.
El año pasado, luego de años de reclamos, la conducción se dignó a escucharlos y el gremio tuvo su primera paritaria. La sequía venía del año 1975. Con dificultades, se logró un primer acuerdo paritario y la representante de la UTPBA en el trabajo real para lograrlo, Judith Rabinovich, tuvo una intervención más que digna. En vez de felicitaciones, medalla y beso, Judith se tuvo que ir del gremio. Tal vez por escuchar demasiado, y por entender, lo que estaba pasando en las bases del sindicato. Este año, a pesar de todo, y con la lucha consecuente de delegados gremiales y paritarios, y con el acompañamiento creciente, solidario y tenaz de los trabajadores de prensa, se logró un acuerdo paritario para toda la rama gráfica.
Desde el año 2012, con la primera paritaria, se reiniciaron los plenarios de delegados y de paritarios, pero en una muestra más de la falta de compromiso de la conducción con la lucha gremial a fondo, los encuentros se hicieron primero en Los 36 Billares y luego en el Casal de Cataluña. Nunca en la sede del gremio, como corresponde. La conducción de la UTPBA tiene miedo de que los delegados ingresen al lugar que les corresponde por derecho propio, por ser afiliados y por ser representantes legítimos de las bases del gremio.
Lidia Fagale
La secretaria general de la UTPBA, Lidia Fagale, nunca participó de ninguno de los plenarios ni de las movilizaciones masivas que se hicieron con concentraciones frente al Ministerio de Trabajo, la sede de AEDBA, La Nación, Clarín, Infobae, Tiempo Argentino, Atlántida, Ambito Financiero y otros medios de prensa. En las marchas nunca se vio una sola bandera de la UTPBA, sí de todos los diarios, revistas, agencias de noticias nacionales e internacionales, y de trabajadores de las punto-com.
Tampoco pegó la UTPBA un sólo afiche callejero durante los largos meses que duró la extenuante paritaria. Eso sí, en la madrugada de la firma del acuerdo en el Ministerio, luego de bajar del plato volador, Lidia Fagale estampó su firma en el acta y lo comunicó por e-mail a sus amigos. La secretaria general entró y salió de la sala de reunión sin saludar a la inmensa mayoría de las decenas de paritarias y paritarios que estaban esa noche en el Ministerio y que habían llegado antes del mediodía del día anterior.
Fueron tan precisos sus movimientos que sólo notaron su presencia los que la conocen de otras épocas. No dio tiempo a que nadie pudiera preguntarle a los memoriosos: ¿Esa es Fagale?
Estas son las prácticas anti-gremiales que pretende cambiar la lista Multicolor. Queremos volver a tener una conducción acorde con un gremio que está dando ejemplos de lucha y de organización, a pesar del boicot del “club de amigos”. Carlos Rodríguez es delegado gremial y paritario de Página/12, afiliado número 1165 de la Unión Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), e integra el Colectivo de Trabajadores de Prensa (CTP).
1 comentario:
¿Che, y de Piccone saben algo?
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