En la nota radial que subimos de los colegas de Radio Sur, el delegado de Canal 13/TN, Ricardo Junghanns, quien fue despedido en 2008 por ejercer el derecho de los trabajadores a tener representación sindical, brinda detalles sobre el retorno a su puesto de editor en las señales del oligopolio Clarín. Un triunfo que se logró gracias al esfuerzo colectivo del conjunto de laburantes de prensa que participaron en cientos de movilizaciones a las puertas del canal, y también por supuesto, gracias a la avanzada legal que todavía persiste. Lo que prefiere no contar Ricardo en la entrevista es la manera en que fue recibido por sus compañeros. Hubo una minoría que lo apoyó desde la sombras mientras estuvo afuera, otros poquitos que se plegaron con muchos huevos a las marchas en la calle Lima, y una gran mayoría, en base al terror impuesto por la militarizada empresa, que percibió el retorno del despedido como un efecto nocivo, como el de un desparecido que volvía de los cadalsos de Magnetto y que arrastraba consigo la lepra y la sarna que podía contagiarlos. Una minoría lo saludó con un tibio apretón de manos, un par lo abrazó, y el resto prefirió seguir haciendo como que trabajaba o que estaba ocupado en otra cosa. Muchos pensaron que las cámaras orwellianas del Grupo podían escracharlos y hacerlos caer en desgracia. Clarín ha superado a la institución castrense y carcelaria en materia de sembrar el pánico, el miedo, la extorsión, el individualismo y la indiferencia. Su sistema de "premios" y "castigos" intenta ser copiado por émulos de Don Héctor, tales como Hadad y Sergio Szpolski... los muchachos se han esforzado bastante, especialmente el facho de Floresta, pero todavía no alcanzan la sofisticación del "Gran Hermano" de la prensa argenta. En este caso la técnica siniestra va dirigida a mostrar a Junghanns como "un perdedor", un tipo que osó plantarse a la autoridad marcial del holding y ahora paga las consecuencias, primero se quedó en la calle y ahora es insertado de prepo (y por instancia judicial) en las entrañas del monstruo otra vez para que sufra la indolencia y genere el temor en sus colegas. El castigo es tanto para él como para sus compañeros que confían más en ser premiados por sus "jefes" si se "portan bien", hacen los deberes, cumplen con todo, dicen a todo que si, y no se juntan con elementos peligrosos para su "integridad laboral". Los gerentes periodísticos, encabezados en las señales televisivas por Carlos D' Elía, tienen por costumbre dar ciertos "reconocimientos" a quienes aceptan todas las ordenes como vienen de arriba. Por ejemplo la de estar horas haciendo móviles, luego cubrir el aire, hacer producción, y después si hay tiempo, limpiar los baños y barrer los pasillos. La ecuación del "canje" es cámara y "fama" a cambio de poca plata, dejar la salud, la dignidad, y si es posible, la vida. Allí hay compañeros que hacen años acatan a rajatabla los caprichos de estos energúmenos... la mecánica es inyectar el pavor a no ser más reconocidos, a ser freezados, denostados, dejados de lado y perseguidos. El hombre es muy loco no?... prefiere la "seguridad" del sometimiento a la incertidumbre de la libertad, ya lo decía el viejo lobo Erich Fromm. Tenemos que aprender a ser libres en la lucha y el esfuerzo compartido con solidaridad. Las jugadas individuales que parecen triunfos profesionales son sólo indignidad para uno y para todos. Si algún día lo entendemos, todos podríamos tener las pelotas de Junghanns, y todos podríamos ser y estar mejor, pero mejor de verdad.
viernes, 7 de septiembre de 2012
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