viernes, 2 de noviembre de 2007

Periodismo bastardo

Cuántos periodístas o gente de medios se vanagloria de no hacer periodísmo de periodístas. Frase hecha, si las hay, y que suena a "yo con la política no quiero ni tengo nada que ver", como si se pudiera disociar la política de la vida cotidiana, lo mismo pasa con el periodísmo, es indisoluble porque tiene relación con los medios y estos, juegan en el día a día más que nosotros mismos. Bueh! pero más allá de estos berretines editorialistas quisieramos reflexionar un segundo sobre los periodístas, desde el simple cronista, conocido como soldadito, porque monta guardia casi siempre, hasta las más populares "estrellas" mediáticas. Es que parecieran estar todos cortados por la misma tijera, pero guay!, antes no era lo mismo un Bernardo Neustadt que un Rodolfo Walsh. Hoy sin embargo un Jorge Lanata puede llegar a confundirse con un Daniel Hadad. Y por favor olvidemos el cisma estupido inventado por Noticias del faso y el gimnasio. ¿Me siguen?. Uno que está ducho de tanto andar en la calle y quemado por el sol, ya se ha dado cuenta hace rato de que la mayoría de los cronistas, movileros, noteros o como se los llame, tienen discursos de café de tono progresista pero se frivolizan ante el poder y acatan a rajatabla las órdenes que llegan desde las producciones de los multimedios para los que trabajan. Muchos tienen pánico de perder la cámara, la salida al aire, la firmita debajo de la nota, el roce con sesgo de fantasía sexual con las Magdalenas y los Santo . Sufren el terror a que peligren las vacaciones, los fin de semanas en la casita del tigre, el cambio del coche o los ambos tan elegantes con los que seducen a las amigas de sus mujeres, o viceversa si la mujeres son las periodístas. Basta de mentiras muchachos/chas!, dejemonos de joder y reconozcamos que el oficio está más bastardeado que nunca. La idea no es proponer que nos dediquemos a hacer sólo un periodismo ideológico o revolucionario, pero si que nos despojemos de una buena vez de tan absoluta mediocridad. Correr como pavotes detrás de Chiquita Legrand, Mauricio, Pino Solanas y Cristina, como si fueran la misma cosa, nos ha puesto a la altura de una ameba, con perdón de las amebas.

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