domingo, 27 de julio de 2014

Los nazis de Netanyahu que tienen tomado Israel siguen su genocidio palestino, ahora le tocó a la sobrina de un colega periodista



Recuerdan cuando el criminal Saddam Hussein, ex aliado de EE.UU., como todos los asesinos del planeta, inclusive el mismísimo Adolf Hitler, a quien ayudaron a llegar al poder aunque la "historia oficial" cuente otra cosa, invadió Kuwait, sus ex socios norteamericanos, comandados por el homicida George Bush (padre), armó con sus halcones del Pentágono una coalición berreta, pero también fratricida, ya que hasta incluía árabes y sirios como el Riojano Maldito que nos gobernó durante diez años y que envió unos barquitos para quedar bien con su amigo ex jefe de la CIA. Así fue como "los policías del mundo" masacraron a cientos de civiles iraquíes en nombre de la paz sin que nada de eso se pudiera ver. Para nosotros esa "guerra" no significó más que unas luces verdes en la oscuridad de la noche que caían vaya a saber donde. Claro, los yankees aprendieron después de Vietnam que no hay que permitir que salgan a la luz los cadáveres propios ni ajenos. Al fin y al cabo, el hombre por más consumista y pelotudo que se haya transformado gracias a este capitalismo del boludeo permanente, no digiere, por una cuestión biológica, ni siquiera moral o ética, ver chicos y mujeres masacradas. La especie tiene en sus genes el mandato de la supervivencia, de la continuidad de la humanidad, a pesar del odio que nos quieren imponer entre nosotros desde afuera. Eso de la autodestrucción es precisamente lo contrario y gracias al cielo todavía tiene sus resistencias. Por eso para justificar el ir por el petróleo en Irak, el gas en Afganistán, y eliminar a algunos que se habían creído  que de verdad tenían poder propio, George Washington Bush, hijo del carnicero George, usó con el asesoramiento de los cráneos del horror imperial e imitando el ingreso de Roussevelt en la Segunda Guerra Mundial, la justificación del ataque externo, primero con Pearl Harbor y segundo con las Torres Gemelas. Así el pueblo estadounidense, impregnado de miedo y patrioterismo barato avaló, salvo pocas excepciones, otra vez ir a una guerra. Una guerra contra ellos mismos, porque el terrorismo, ese enemigo abstracto vinculado con su propio gobierno del terror superaba la argucia del ingreso de norteamerica en la lucha contra El Eje. Un negocio redondo para la industria bélica de ese país administrado por una casta siniestra que le permitió convertirse en el único poder hegemónico en el planeta después de la caída del muro. Como explicó el gran Toni Negri, el peligro que le impuso la globalización, el avance de los mercados europeos con sus empresas, el crecimiento de Asia, y hasta en menos proporción de Latinoamerica, fue lo que llevó a la administración genocida de Bush y su "segundo", el criminal de guerra Dick Cheney, a permitir que un grupo de ex socios y empleados suyos eliminaran en su propio territorio a más de 3 mil personas. Algo que lo superaba todo y que no podía fallar. Como enseñó el teórico de la política y el poder, Nicolás Maquiavelo, para dominar a las masas el estado debe tener un enemigo peligroso, y si ese enemigo no existe, pues hay que inventarlo. Hoy en la Franja de Gaza, ese enemigo inventado, permitido y funcional a los intereses de los nazis que cooptaron el Estado de Israel, que quiere expandirse mediante la eliminación del pueblo palestino, y a los mercaderes de la venta de armas y ejércitos privados, se llama Hamás, los Bin Laden y Al Qaeda del hitleriano Netanyahu y sus "nazional zionistas" genocidas. El problema que les ha surgido a estos desalmados es que el avance de la tecnología, con teléfonos celulares que sacan fotos, filman, envían mensajes y están permanentemente conectados mediante la red mundial no les deja mostrar fuegos de artificios perdidos en la noche de Gaza, y nada más. Por única vez el avance del mercado tecnológico demuestra que entre todas sus miserias genera algo positivo: la posibilidad de que veamos, leamos y escuchemos gran parte de la realidad sobre la masacre que están llevando adelante los halcones terroristas que se apoderaron del poder en tierras hebreas. Hasta los propios judíos gritan a los cuatro vientos "no podemos hacer los mismo que el Nazismo hizo con nosotros". Sin embargo las cadenas de "noticias" ocultan la matanza y nos muestran a los fachos del gobierno judío y sus aliados norteamericano diciendo que "ellos tienen derecho a defenderse". Nos quieren hacer creer que toda su red de inteligencia y sus fuerzas armadas, la segunda más poderosa del planeta, no pueden atrapar a 50 tipos que tiran petardos desde el otro lado de la frontera que cada vez se achica más en favor de los fundamentalistas israelíes. La web muestra fotos que ya nadie sabe si reproducir o no por el grado de morbosidad que tienen. Pero está la paradoja, si no se las muestra estos masacradores seriales continuarán con la sangría y nadie los va a parar hasta lograr sus objetivos: mantener ese gueto similar al de Varsovia, al que de a poco van transformando en Auschwitz. Es que los "zionistas" han procurado sembrar el odio en sus hijos contra sus hermanos semitas para que sean máquinas de matar, igual ocurre desde el otro lado, pero ese otro lado hoy no cuenta más que con unos pibitos con gomeras que les tiran a los tanques y después pasan a formar parte de bolsas negras con sus cadáveres. En las últimas horas, nuestro colega, compañero y amigo Eduardo Salim Sad, trabajador de prensa de la Televisión Pública sufrió el asesinato de una de sus sobrinitas en la Franja de Gaza y a manos del terrorismo de estado israelí. Muchos inmigrantes de esa zona tienen familiares allí y sienten horror al ver esto, y los que no, miramos nuestros hijos, sobrinos y nietos y se nos revuelve el estómago al escuchar al Barack "Osama" o "Adolf" Netanyahu hablando de "daños colaterales". Esa excusa de que sus cómplices funcionales de Hamás usan de escudos humanos a su pueblo, por eso los matan, implica que con el odio que está sembrando esta masacre, estos energúmenos están poniendo a su propio pueblo israelí en la misma categoría de escudos humanos en todo el planeta. Cada muerte, como el mensaje de la película "Por quien doblan las Campanas" nos mata de a poco a cada uno de nosotros. Nuestra solidaridad para Eduardo y nuestro abrazo en el corazón a sus familiares que perdieron a este ángel, como todos los demás que están matando en nombre de la avaricia, la mezquindad, la vanidad, los intereses personales de un grupo de lobos que un día se van a dar cuenta que las ovejas somos más, sólo falta que nos demos cuenta nosotros.      

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