En el 2001, bajo el desastroso gobierno "alianzista" de Fernándo De la Rúa, como ya se había hecho con Arturo Illia, el único presidente que se fue con la misma plata que traía en los bolsillos cuando cruzó la puerta de La Rosada, el aparato de medios corporativos, que obviamente responde a los intereses concentrados que están por encima de los gobiernos operan en "democracia" dando golpes con otra temática que aquella vieja y clásica violación constitucional llevada adelante por sus empleados verdes y genocidas. A Alfonsín los sacaron de juego con la Hiperinflación y la complicidad del Riojano Maldito. A su vez, a "Patillas" lo esquilmaron con denuncias permanentes de corrupción, que por cierto y obviamente eran ciertas, a De la Rúa con otra crisis económica reflejada permanentemente por los canales de televisión, diarios y revistas con un índice al que nunca jamás se le había dado bola, el temible "Riesgo País"... ese por el cual las consultoras internacionales determinaban los peligros para el empresariado "inversor" que tuviera intenciones de poner una moneda en el país, o influyera sobre los usureros financistas de siempre para que no nos "presten" plata, como siempre, a tasas delirantes e impagables. Ese "Riesgo" se llevó en helicóptero al papanata abogado cordobés que nos dejó en manos del nefasto "Grupo Sushi" y a su ministro de economía también mediterráneo, Domingo Felipe Cavallo. El clarinismo luego forzó a su nuevo pichón de hijo de la patria financiera, Eduardo Duhalde para que devaluara y licuara sus deudas, y cuando ya no le sirvió más, lo incitó a negociar con unos pingüinos advenedizos que como buenos pejotistas traicionaron después a todos los que los habían llevado al poder en el mundillo partidario, pero eso sí, boludos no eran, siguieron siendo empleados de los verdaderos dueños de la Argentina: la UIA, los banqueros, los terratenientes, las multinacionales, etc, como hicieron todos al fin y al cabo, pero con un fructífero y épico discurso de izquierda que con algunas medidas semiestatistas y de indiscutible avance sobre derechos individuales, hicieron del kirchnerismo algo parecido al Movimiento 26 de julio de Fidel Castro. Claro! ¿qué se podía esperar?... en un país facho, de ultraderecha, que calló y permitió que durante seis años un trío de energúmenos se hicieran un festín de sangre sin inmutarse, el reformismo kirchnerista era la panacea. Este último gobierno de CFK tuvo que decretar que "el sueño terminó", como decía Lennon, o mejor dicho, "la sanata terminó", y tardíamente vuelve sobre sus pasos discursivos para sostenerse estos últimos dos años y tratar de tener alguno de su tropa en el próximo gobierno para lograr algo de impunidad e inmunidad. Muchos chorros pejotistas se las quieren cobrar, tuvieron que ser serviles y dejar que los basureen durante diez años. Por eso el mafioso intendente de Merlo, Raúl Othaché, entre otros maquiavelos, se cambia de bando, como nosotros de calzoncillo, al siniestro massismo. Grupete menemista al que ahora Remes Kicillof, como lo bautizó Lucas Carrasco, trata de seguirle la agenda, que al fin y al cabo es la de los de siempre, los magnettistas. Fijense que ahora en vez de "Riesgo País" el apriete y desgaste viene por el lado de dar el número de la baja de Reservas del Banco Central cada 15 minutos. Algo que "Don Héctor" robó, como viejo lobo de mar que es, del discurso de su amigo Martín Redrado y su libraco "Sin Reservas". En el no tan lejano 2001, hasta el hoy house organ gubernamental, Página 12, se hacía el festín con las subas del Riesgo que se cargó a la administración de la Alianza. Como verán los golpes de Estado nunca se dejaron de dar, sólo se cambió la modalidad, ahora le toca al kirchnerismo para traernos a Massita, a Scioli, y de última, algún otro gobernador feudal que firme contrato con la burguesía oligarca que define nuestros destinos desde hace dos siglos. Esa minoría que en la brecha entre ricos y pobres cada vez se lleva más guita mientras nosotros la miramos por TV.
lunes, 10 de febrero de 2014
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