Igual que Szpolski, Magnetto mete miedo a sus empleados con el fantasma del despido
La confrontación entre estos dos grupos de poder, Clarín y el Gobierno, empezó allá por 2007 cuando Néstor Kirchner notó que a pesar de las concesiones otorgadas a su, hasta entonces, aliado y cómplice, no alcanzaban para frenar las ambiciones desmedidas del pulpo mediático empresarial que se venía fagocitando todo lo que encontraba a su paso desde los años '90. El enfrentamiento no tuvo, ni tiene, nada que ver con cuestiones ideológicas, éticas o morales, como hoy venden ambos bandos desde sus usinas propagandísticas. De todos modos, que esa guerra haya empezado ha sido algo beneficioso para el conjunto de la sociedad, porque ha servido para que el común denominador de la ciudadanía se enterara un poco como funciona la maquinaria comunicacional cuando quiere imponer y legitimar su poder. Como dice la filosofía de la comunicación: "la verdad, la racionalidad, lo lógico, lo plausible, es aquello que se vende desde el aparato cultural de quienes detentan algún tipo de hegemonía". Así fue que en los '90 lo "racional" era el neoliberalismo y el vaciamiento del Estado, y ahora lo análogo, es el protagonismo estatal asociado a la pequeña burguesía empresarial autóctona y sus socios multinacionales. Nunca antes habíamos sido testigos de la posibilidad de ver tan de cerca las miserias de los poderosos que se tiran con artillería pesada, pero eso sí, sin terminar nunca de eliminarse ¿por qué?... simple... porque al fin y al cabo son ellos, más allá de sus diferencias, quienes someten al resto del cuerpo social, y la verdad es que no quieren perder ese papel. Es por eso que la troupe de Magnetto pega desde Clarín con todo lo que tiene a la mano, menos con denunciar el sistema de abusos laborales que el Gobierno "nacional y popular" ha impuesto desde la conformación de su red estatal y paraestatal de medios antiClarín. Lo mismo ocurre a la inversa, salvo tibios respaldos demagógicos a algunas comisiones gremiales de delegados del Multimedios, la administración de Néstor y Cristina ha hecho oído sordos a miles de reclamos de los trabajadores de prensa que son explotados en medios privados y públicos. Sin más, durante estos últimos diez años y con la complicidad de los sindicatos que deberían protegernos como la UTPBA y el SATSAID, se ha vaciado Canal 9, se terceriza, abusa y raja gente en Canal 26, lo mismo en los medios de los Noble: diario Clarín-Canal 13/TN-Radio Mitre, entre otros. Por otro lado, primero Hadad y ahora Cristóbal López se cansan de echar gente en C5N, Radio 10 y todavía el Magnate de Floresta lo sigue haciendo en Infobae, Szpolski hace lo que quiere en CN23, Radio América, y sus numerosas publicaciones gráficas, Cetrá y el siniestro Coti Nosiglia con Mauro Viale en Radio Rivadavia continúan batiendo récords en materia de cagadas contra los laburantes, y así centenares de casos más que todos ustedes conocen. Quienes estuvieron al frente del Ministerio de Trabajo toda esta década y que tendrían que haber actuado en todos estos casos fueron nada más y nada menos que los "pedrazistas" y "tercerizadores", Carlos "Traje" Tomada y Noemí Rial... ¿qué podemos esperar entonces?. Para colmo de males la mayoría de nosotros seguimos como zombies sufriendo un delirante "Síndrome de Estocolmo" defendiendo a las patronales que nos tocan en suerte. ¿Cómo puede ser que salvo mínimas excepciones la mayoría de los colegas tengan un discurso (¿personal?) similar al del medio para el que trabajan?... algo está fallando muchachos!... parece que el miedo inconsciente a perder el trabajo, ciertos privilegios y eso que en psicología se llama autorrealización nos está llevando a mear fuera del tarro. Ya no estamos hablando nosotros sino siendo hablados por tipos que tienen una guerra de intereses que en el fondo no tienen nada que ver con nuestra realidad. Saquense de la cabeza la idea loca de que que algún día van a estar sentados compartiendo negocios en el escritorio de Magnetto, Szpolski, Moneta o Hadad. Aunque a muchos no les guste, nosotros somos los obreros de esas maquinarias que se sacan los ojos por poder y guita, y como tal, estamos ligados históricamente a la clase trabajadora que tendría que ser nuestra aliada natural, no así el patrón Magnetto o el patrón Kirchner, entiendan amigos!!... esos personajes juegan en otra ligas y quieren que nosotros repitamos sus mentiras por unos mangos, unos viajecitos, unos trajecitos, un telefonito y una obra social más o menos buena para nuestros pibes. Cuando repetimos el discurso de Clarín o del Gobierno, ergo: del poder, estamos yendo contra nosotros mismos y contra nuestros viejos, abuelos, hermanos, tíos, hijos, nietos, amigos, etc... ellos también pertenecen a la clase trabajadora. Miren como cuando las papas queman, ambos bandos cortan por el hilo más delgado, por los laburantes. Clarín ya llenó sus empresas con carteles que coercionan a sus empleados mediante el miedo diciendo que dada la "grave situación" se ofrecen retiros voluntarios. Todos saben que por más buena letra que hagan a partir de la pegatina, para la empresa son un número más y llegado el caso cuando los tengan que rajar les van a dar una patada en el culo aunque hayan entregado sus vidas al "Grupo". Lo mismo pasa del otro supuesto lado del mostrador, Szpolski amenaza siempre con el raje ya que la mayoría está con contratos basura, esos que inventó el menemismo y que tan bien le vienen a este espécimen que dice defender un "modelo inclusivo". Ahora el líder de la CGT Balcarce, muy parecida por no decir idéntica a la Azopardo, nos referimos a Antonio Caló, vuelve a cagarse en los compañeros del diario BAE, mediante sus testaferros los Olmos, con tercerizaciones y la noeliberal idea de "medir la productividad" de sus asalariados, de ahí al despido hay dos pasos.... ¿increíble no?... pero bueno amigos, compañeros y colegas, es así, y el que no lo quiere ver es porque todavía no despertó del sueño efímero del éxito que nos prometen a cambio de entregar nuestras convicciones, nuestra ideas, nuestra dignidad, y lo que es peor, la única vida que tenemos.
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