jueves, 27 de marzo de 2008

Conciencia de clase

Muchos "analistas" u "opinólogos" políticos luego de los hechos y las actitudes de Luís D'elía se desgarran las vestiduras atacando al titular de la FTV, quedándose en el personaje sin ver el bosque; llamando, como loros rimbonbantes, al diálogo y la unidad pasando por alto que ese "odio visceral", al que hizo referencia D'elía, entre las clases bajas y más altas de la Argentina existe y estuvo siempre latente. Basta con mirar los rostros de los ciudadanos de la clase media, especialmente capitalina, cada vez que observan, sin querer ver, a los miles de chicos y adultos que circulan por las calles de la ciudad cartoneando, mendigando o drogados. No seamos hipócritas y reconozcamos que por el porteño no sólo está mal visto el cabecita negra que llega de la "Argentina profunda" como dice Cristina, sino también el tipo del conurbano, de La Matanza y otros partidos provinciales de los cuales solamente conocen los hechos policiales que difunden los medios. Es cierto que algunas zonas de los cordones vecinos a la Capital Federal son tierra de nadie, pero eso no es culpa de sus habitantes sino de los desmadres socio económicos que hace décadas tienen a este país postrado y a la buena de Dios. Es imposible que la mayoría de los argentinos excluídos no tengan resentimientos por estar dependiendo del famoso y perverso "derrame" del capitalisto argento.
Días atrás cruzaba, mientras trabajaba en las calles, la zona de Puerto Madero dónde hay un puente automático que sube y baja según los yates que ingresan o salen del dique. Los que quedamos barados hasta que la estructura volviera a bajar observabamos atónitos a esos tipos que acompañados de bellas mujeres e inundados de abundancia pasaban navegando mientras se reían de la vida delante de los giles que bajo el calor sofocante laburábamos como perros. Esa es una pequeña parte de esta triste realidad. Subanse a un 113 a la altura de San Justo en La Matanza y hagan el recorrido completo hasta las Barrancas de Belgrano, notarán que a escasos kilómetros en Buenos Aires existen dos países diferentes, uno opulento y otro en la miseria, la indigencia y el abandono.

1 comentario:

Maloperobueno dijo...

No hace falta salir de capital para ver la miseria.
Y Cristina seguramente no es la mejor para hablar de la "argentina profunda".
Empilcha demasiado bien para andar ensuciandose en una calle de tierra del conurbano.
D´elia, es el que era militante Duhaldista no?